EN DEFENSA DE LA FIESTA

En los últimos años los antitaurinos han arremetido con fuerza contra la fiesta brava, ello por supuesto no es nuevo, desde los tiempos de Francisco Montes “Paquiro”, existían y se expresaban los detractores que anunciaban el fin de las corridas de toros, sin embargo lo que siguió con el transcurrir de los siglos fue el encumbramiento de un espectáculo que lejos de desaparecer fue evolucionando hasta llegar a nuestros días convertido en un rito gallardo, significativo, emotivo y de gran belleza estética.

Los golpes que propinan los animalistas, protectores de toda forma de vida han desembocado, en su activismo desenfrenado, en un costal de ideas absurdas, alejadas de la realidad. Que si un día, trastornados por sus juicios, siguiéramos sus principios no podríamos acabar con las plagas, imaginemos entonces como aquella mosca que nos molesta con sus zumbidos y aquella cucaracha que aparece amenazante en nuestra mesa, se pasearan burlonas ante nuestras narices. Y que fuera inmoral el hecho de que con el matamoscas o con el zapato acabemos con sus vidas, por los derechos que estas personas, defensores de animales, les otorgan.

No es pretensión, en este texto, enumerar todas las ideas que argumentan los antitaurinos, las cuales se pueden rebatir con facilidad, sino aprovechar el momento que ellos nos ofrecen para difundir la fiesta. Porque últimamente estos amantes de los animales, bichos y vegetales, han declarado con fuerza la guerra a la tauromaquia. Por lo que debemos enarbolar la bandera de nuestra tradición taurina y actuar en defensa de la fiesta.

Personalmente siempre he respetado la diferencia de gustos y cuando una persona me dice simplemente que no tiene el más mínimo interés por las corridas de toros, no pretendo cambiar, de ningún modo, su opinión. Pero cuando leo o escucho tantas aberraciones circulando por ahí, no puedo menos que sentir pena por tanta desinformación.

¿Por qué no aprovechar la oportunidad de comunicación que ellos –animalistas, antitaurinos, protectores de bichos y similares- están abriendo? Y aceptar abiertamente el enfrentamiento de ideas, el debate en cualquier medio, y desde nuestras trincheras informar con veracidad a los que desconocen sobre toda la gama de valores que concentra una corrida de toros.

A ellos, los antitaurinos, nunca los vamos a convencer pero dejémosles en evidencia sobre su ignorancia de la fiesta brava y sobre su errónea comprensión y relación con el reino animal. Pues como lo dice la misma palabra: humanización, ella se refiere a los valores humanos que son inherentes a cualquier hombre de cualquier lugar. No aplicables para nuestras mascotas, ni para los animales que utilizamos como sustento, ni para con las especies que representan una plaga y amenaza para la salud del ser humano.

Recientemente contacté a un compañero de la escuela, de los tiempos de cuando teníamos entre 13 ó 14 años, yo desde luego ya tenía tatuada la tauromaquia en la piel y en todos mis sentidos. Nunca manifestó su aberración por la más bella de todas las fiestas, pero ahora al llegar al medio siglo de vida publicó en las redes sociales una fotografía de un toro muriendo, que pudiera corresponder a la de un bovino que fue muerto en un rastro, sin pena ni gloria y arrojando sangre casi hasta por los ojos.

El puso, palabras más o palabras menos, algo así como quien presencia con agrado una corrida de toros es un sádico o un enfermo mental. Inmediatamente le envié un mensaje diciéndole que no opinara a la ligera que se informara, que buscara textos como por ejemplo del filósofo francés Francis Wolff  y no tanto para que se aficionara sino para que tuviera una opinión con mayores fundamentos.

El reitero su frase ofensiva, agregando un “lo siento amigo, pero así es…”

Menos mal que me dijo amigo, aunque me reiteró que soy sádico y enfermo mental porque me agradan las corridas de toros. A él como a todos los que falsean la verdad que tiene el encuentro ancestral entre el hombre y el toro bravo, nunca los voy a convencer… ni me interesa. Pero aprovechemos en las redes sociales, en los portales de internet, en los medios de comunicación cualesquiera que estos sean, para enaltecer nuestra pasión taurina y para difundir un arte que han defendido intelectuales, artistas y generaciones de personas que han dejado fiel testimonio de lo que significa la tradición taurina a través de grandes obras de arte y de brillantes escritos.

Como subraya Francis Wolff, apasionado defensor de la fiesta brava: “Pasó el tiempo de defender la corrida en voz baja, es momento de recordar con la voz alta y clara que es una escuela de valor, de serenidad y de inteligencia. Es momento de mostrar también que es una de las más originales creaciones estéticas de la modernidad”.

Felipe Olivera

 

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